viernes, 7 de agosto de 2009

A Mi Profesor J.A.R.L.

Es un escritor que ama las letras y es correspondido, que sentado enmedio de la sala de clases con su sueter tejido, con zapatos cómodos, con una ternura incomparable toma entre sus manos el libro amarillento y comienza a abrirlo. Las hojas se miran más amarillas aún, y él las convierte en láminas de oro a sus ojos, es oro que se lee a voz abierta y con gafas sobre la naríz. Con la mano izquierda moviéndose hacia arriba y hacia abajo según la sílaba, marca el ritmo del conteo de las pepitas de oro-frases que va leyendo, mientras la mano derecha no suelta la frágil hoja dorada.
De repente, el escritorio y la silla son más que muebles de madera, pues ante mis ojos se tornan el púlpito del párroco buscador de oro, desde el que la misa vuela por el aire hasta encontrar el oído del carbón, que bajo el hechizo de sus palabras, deja su estado químico de lado y por fin, extendiendo su maravilloso brillo al mundo, extiende sus alas.
A José Alfredo Reyes López con todo mi cariño.

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